La terapia psicodélica, también denominada a veces psicoterapia asistida por psicodélicos (PAP), es una técnica psiquiátrica que consiste en utilizar sustancias psicodélicas para ayudar a los pacientes en sus procesos terapéuticos.
Estos procesos suelen combinarse con terapia de conversación, y las sustancias más utilizadas incluyen MDMA, LSD y psilocibina (setas mágicas).
A pesar del florecimiento del uso experimental de drogas psicodélicas durante las décadas de 1950 y 1960, estas sustancias seguían siendo ilegales a nivel federal aquí en Estados Unidos. Sin embargo, en las últimas décadas, la creencia de que las sustancias psicodélicas tenían el potencial de tratar una serie de afecciones, como la depresión, el trastorno depresivo mayor (TDM), la ansiedad y el TEPT, ha impulsado montones de ensayos clínicos, con permiso, por supuesto.
En general, los psicodélicos son increíblemente potentes a la hora de producir profundos efectos que alteran la mente. Se cree que actúan mitigando los circuitos neuronales de nuestro cerebro que producen el neurotransmisor serotonina.
Entre los beneficios del uso de estas sustancias en determinadas dosis se incluyen:
- sensación de tranquilidad y relajación
- un mayor sentido de sí mismo y de bienestar
- mayor sensación de conexión social y medioambiental
- más introspección
- experiencias espirituales
Por supuesto, es importante comprender que, aunque el consumo de psicodélicos tiene muchos beneficios, también tiene otros efectos comunes, como la alteración de la noción del tiempo, la distorsión de la realidad y la percepción, las emociones intensas, la paranoia y la sensación de cosas que no existen o que no están sucediendo.