Como ya se ha mencionado, la terapia TMS utiliza pulsos electromagnéticos para estimular las células nerviosas. La terapia en sí la realiza un técnico o un médico especialista en EMT, y es un procedimiento ambulatorio, lo que significa que no hay que pasar la noche en el hospital.
Antes de la intervención, se aconsejará al paciente que se quite las joyas y otros objetos que puedan ser sensibles a los imanes. También se proporcionarán tapones para los oídos a fin de reducir los “chasquidos” generados por los impulsos magnéticos.
El procedimiento se lleva a cabo mientras el paciente está despierto, sentado erguido en una silla cómoda. El técnico tomará medidas de la cabeza del paciente para determinar la ubicación adecuada para colocar la bobina magnética y otra medida para personalizar los ajustes del dispositivo de EMT.
A continuación, el técnico colocará una bobina magnética sobre la zona frontal del cerebro del paciente. Una vez iniciado el tratamiento, se liberan impulsos magnéticos que generan ese ruido de clic antes mencionado. El paciente también puede sentir una ligera sensación de golpeteo debajo de la bobina.
El procedimiento completo puede durar desde unas pocas pulsaciones hasta 20 minutos. Una vez terminado, el paciente puede conducir hasta su casa y reanudar sus actividades cotidianas.
La terapia TMS suele repetirse cinco días a la semana durante un máximo de seis semanas. Por supuesto, la duración exacta varía en función del estado de cada persona y de su respuesta al tratamiento.