El conflicto político ha hecho mella en nuestro país, ya que las opiniones políticas pueden ser increíblemente divisivas y provocar desacuerdos con amigos íntimos y familiares, así como con conocidos e incluso con completos desconocidos. Basta decir que cuando se trata de política, a la gente no le suele gustar “estar de acuerdo en estar en desacuerdo”.
Además, con tantos cambios y los disturbios civiles a los que nos enfrentamos, hay mucha incertidumbre en cuanto a nuestro futuro como nación y como individuos que intentan avanzar en la vida con los planes que teníamos antes de que todo se viniera abajo.
Además, no sólo tú y yo estamos estresados. Los jóvenes de Estados Unidos sufren estrés y ansiedad desde las elecciones presidenciales de 2016. Las encuestas realizadas entre los 14 y los 24 años han revelado que la mayoría de los jóvenes estadounidenses han experimentado angustia física y emocional debido a la política actual.
Este estrés se ha manifestado como dificultad para concentrarse, insomnio, agotamiento, comer en exceso, depresión, ansiedad y miedo. Los jóvenes se están quedando atrás en los estudios, son incapaces de concentrarse y temen por su seguridad.
Estos sentimientos se atribuyen en gran medida al miedo a una posible discriminación. Debido a su raza, religión, preferencia sexual, identificación o color de piel, existe una inmensa preocupación por no “tener tantas oportunidades en el futuro” debido a estas cosas, así como una preocupación extrema por su seguridad física.
Durante el primer año de la administración Trump, la atención sanitaria, los derechos LGBTQ, los derechos de las mujeres, la inmigración y los indígenas y personas de color se convirtieron en objetivos del cambio político. Por no hablar de las protestas Black Lives Matter, que comenzaron en nombre de la brutalidad policial y tenían como objetivo buscar una solución pacífica para acabar con los perfiles raciales, la discriminación y los abusos de las autoridades.