Posesión de armas y salud mental

Aproximadamente el 44% de los estadounidenses posee armas o vive en un hogar con armas. También se calcula que el 26% de los estadounidenses mayores de 18 años sufren un trastorno de salud mental diagnosticable en un año determinado.

Curiosamente, Estados Unidos tiene una fuerte cultura armamentística en la que la mayoría de la gente cree en el derecho constitucional a portar armas. Sin embargo, sigue existiendo un gran estigma en torno a las enfermedades mentales y la búsqueda de tratamiento profesional. Pero, ¿qué ocurre con la situación actual de los estadounidenses que poseen un arma de fuego y padecen una enfermedad mental? ¿Tienen más probabilidades de autolesionarse que las personas con enfermedades mentales que no poseen un arma de fuego?

Discutámoslo.

Enfermedad mental, armas y suicidio

Las armas son más letales que otros métodos de suicidio y autolesión. Son rápidos y el daño causado suele ser irreversible. Se trata de un problema increíblemente importante para las personas que padecen una enfermedad mental, ya que la impulsividad es una característica prevalente de las personas con trastornos mentales y de conducta diagnosticados, como el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), los trastornos de personalidad, los trastornos psicóticos, los trastornos bipolares, los trastornos por consumo de sustancias, los trastornos alimentarios e incluso la demencia.

Lo que esto significa es que poseer un arma de fuego está directamente asociado con un riesgo dramáticamente elevado de suicidio. Según una investigación reciente realizada por Stanford, los hombres que poseían armas cortas tenían ocho veces más probabilidades y las mujeres 35 veces más probabilidades de autolesionarse que los hombres y mujeres que no poseían armas cortas. Según los autores de este estudio, “los intentos de suicidio suelen ser actos impulsivos, motivados por crisis vitales pasajeras”.

Otro estudio menciona que de las 48,344 personas que murieron por suicidio en EU en 2018, el 51% de ellas utilizó un arma de fuego. El estudio también mencionaba que entre el 45% y el 90% de quienes se suicidan padecen trastornos de salud mental o por consumo de sustancias, o trastornos concurrentes.

La verdadera cuestión es si el acceso a las armas y el riesgo de suicidio se correlacionan indefinidamente. Por ejemplo, ¿las personas que compran armas de fuego ya tienen planes para hacerse daño o la mera presencia de un arma de fuego crea nuevos riesgos? La única respuesta real aquí es sí, a ambas. Los resultados del estudio de Stanford, realizado a lo largo de 12 años, llegaron a la conclusión de que el acceso a las armas supone un riesgo sustancial, ya que se atribuyó a la compra de nuevas armas de fuego más de la mitad de todos los suicidios por arma de fuego ocurridos en uno o dos años.

El problema es que resulta difícil determinar si los compradores de estas nuevas armas de fuego ya padecían una enfermedad mental diagnosticable, ya que las leyes de información sobre salud mental varían de un estado a otro.

Enfermedades mentales y tiroteos masivos

El suicidio no es el único tabú asociado a las armas y las enfermedades mentales. Estados Unidos asiste actualmente a un enigma de tiroteos masivos en el que la mayoría de la gente se apresura a afirmar que la causa subyacente es una enfermedad mental. Sin embargo, sólo el 20% de estos sucesos de violencia masiva pueden atribuirse a personas con enfermedades mentales.

Las investigaciones demuestran sistemáticamente que la mayoría de quienes padecen enfermedades mentales de leves a graves tienen más probabilidades de hacerse daño a sí mismos o de ser víctimas de violencia interpersonal que de hacer daño a otros. Esto se debe a que sólo hay ciertos periodos de tiempo y ciertos entornos durante los cuales las personas con enfermedades mentales graves corren un riesgo elevado de violencia. Por ejemplo, episodios breves de psicosis o periodos en torno a la hospitalización psiquiátrica.

Desgraciadamente, cuando se producen sucesos violentos ampliamente difundidos en los que se considera que el autor es un “psicótico” o un “enfermo mental”, no se hace sino reforzar el dañino mito de que las enfermedades mentales provocan comportamientos violentos hacia los demás. Aunque no podemos descartar legítimamente que los problemas de salud mental sean la única razón de estos sucesos violentos masivos, tampoco podemos utilizarlos como chivo expiatorio de por qué ocurren cuando hay tantos otros factores que entran en juego.

Recuerde siempre que los intentos de suicidio suelen ser actos impulsivos. Los signos de un próximo intento de suicidio no siempre son evidentes. Si tú o un ser querido estáis experimentando pensamientos suicidas o una crisis emocional, la Línea Nacional de Ayuda contra el Suicidio está disponible 24 horas al día, 7 días a la semana, para ofrecer apoyo imparcial y confidencial.

Si desea apoyo a largo plazo y tratamiento profesional de salud mental, póngase en contacto con nosotros para informarse sobre nuestros servicios asequibles y accesibles.

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