Es probable que haya oído hablar de la depresión navideña o que la haya experimentado en algún momento de su vida. La melancolía navideña se caracteriza por sentimientos de tristeza, ansiedad, soledad y depresión a lo largo de las fiestas, normalmente de noviembre a enero.
Incluso las personas a las que de verdad les encantan las fiestas pueden sufrir depresión navideña en diversos grados. Esto se debe a que las vacaciones son una época bastante estresante y exigente, por no mencionar que pueden ser increíblemente agotadoras.
El síntoma más común de la depresión navideña es la tristeza, ya sea persistente o recurrente. También varía en intensidad y duración. Por ejemplo, una persona puede experimentar la melancolía navideña en oleadas, pasando por un periodo de tristeza seguido de una sensación de optimismo y felicidad.
Estar afectado por la tristeza navideña no significa necesariamente que una persona padezca depresión o un trastorno de salud mental. Ni siquiera está reconocida como enfermedad mental por el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V).
Sin embargo, las personas que padecen algún trastorno mental tienden a ser más propensas a la depresión navideña. Hasta un 64% de las personas con una enfermedad mental diagnosticada han declarado que las vacaciones suponen una carga para su estado.
Además, la tristeza navideña también podría ser un síntoma precoz del trastorno afectivo estacional (TAE), que a su vez es una forma de trastorno depresivo mayor (TDM).
La tristeza navideña y el TAE pueden ser un poco difíciles de distinguir entre sí, pero suelen caracterizarse por su gravedad y duración. Por lo tanto, si han pasado las fiestas y usted o un ser querido siguen experimentando sentimientos de tristeza, ansiedad, etc., es buena idea pedir la opinión de un profesional de la salud mental.